Mes: junio 2017
EL GRAN HOUDINI
EL GRAN HOUDINI

El maestro del escapismo. . .
Erik Weisz, el que habría de convertirse con el tiempo en el más extraordinario mago y escapista de todos los tiempos, nació el 24 de marzo de 1874 en Budapest, Hungría.

Era hijo del judío Mayer Samuel Weisz y de Cecilia Steiner. Tuvo cinco hermanos: Herman, Nathan, Gottfried, Theodore y Leopold y una hermana: Gladys.


Cuando Erik tenía cuatro años la familia tuvo que viajar hasta Appleton, estado norteamericano de Wisconsin, lugar al que había sido destinado su padre como rabino de una nueva congregación.

Poco tiempo después de llegar a Norteamérica, Erik se nacionalizó y para colaborar en la economía familiar tuvo que empezar a trabajar, a la corta edad de ocho años, haciendo de limpiabotas, de aprendiz de cerrajero y vendiendo periódicos en la calle.
El interés por la magia se despertó en él cierto día en que su padre le llevó a ver el espectáculo Palingenesia, del Dr. Lynn, un mago que causó una gran impresión en Erik, sobre todo por el arte escénico desplegado durante su actuación.

Tanto fue así que al cumplir los nueve años Erik, junto a una pandilla de amigos del barrio, fundó un pequeño circo en el que, el 28 de octubre de 1883, se presentó por primera delante del público actuando como trapecista con el nombre de “The Prince of the Air”.
Años más tarde Erik quiso probar suerte y abandonó el hogar paterno para enrolarse en circos ambulantes. La experiencia no duró mucho tiempo pues, a los trece años, regresó de nuevo con su familia, coincidiendo con el traslado de ésta a Nueva York.

Erik siempre tuvo una gran adoración por su madre, devoción que marcaría su vida y que algunos llegaron a definir como de enfermiza.

Como ya hiciera anteriormente el joven Erik consiguió algunos trabajos para ayudar al sustento del clan familiar. En su tiempo libre se dedicaba a estudiar magia y a practicar el atletismo y la natación.
Un buen día llegó a sus manos un libro titulado “The Memoirs of Robert Houdin” que le impactó sobremanera. En él se relataba la biografía de Jean Eugène Robert-Houdin, un mago del que Erik no dudó en apropiarse de su apellido añadiéndole la vocal “i” para utilizarlo como Houdini en sus futuras actuaciones circenses.

Aunque empezó como trapecista, poco a poco se fue decantando hacia el ilusionismo, que llegó a dominar en todas las facetas. Pero donde realmente destacó fue en el escapismo, una especialidad que requería una esmerada preparación física y una gran resistencia bajo el agua, habilidades que Erik dominaba a la perfección, merced a la práctica adquirida desde jovencito en el atletismo y la natación.
Cuando se inició en el mundo del espectáculo lo hizo junto a su hermano Theodore, bajo el nombre artístico de “The Houdini Brothers”.

En 1894, en el parque de atracciones de la playa de Coney Island, Nueva York, Erik conoció a Wilhelmina Beatrice Rahner, coloquialmente Bess, una muchacha de religión católica que cantaba en un grupo denominado “Las hermanas florales”.


Fue un flechazo a primera vista, hasta el punto de que tres semanas después, concretamente el 22 de junio, contrajeron matrimonio.

Posiblemente debido a una amenorrea primaria de Bess, la pareja no tuvo hijos.
Al poco tiempo “Los Houdini Brothers” acordaron disolver su colaboración artística y lo mismo hizo Bess con “Las hermanas florales”. De este modo Bess substituyó a su cuñado Theodore convirtiéndose en la asistente de su marido y pasando a denominarse “The Houdinis”.

La belleza de Bess junto a la simpatía de Erik en el escenario hizo aumentar la popularidad de “The Houdinis”, ya que ambos conformaban una atractiva pareja.

Con la presencia de Bess a su lado, Erik prodigó más sus actuaciones hacia los números de escapismo. Con su gran arte e intuición aportó al mundo de la magia la técnica e ingredientes necesarios para convertirlo en un atractivo espectáculo, rodeado de intriga y misterio. Eran unos tiempos en los que la gente creía en el espiritismo y en la comunicación con los difuntos a través de los embaucadores, algo que Erik detestaba y que siempre trató de desenmascarar publicando sus farsas y mentiras.
A la muerte de su madre en 1913, por la que Erik sentía gran devoción, colaboró de forma importante, junto a su esposa Bess, con el entonces denominado movimiento espiritista. Lo hizo con el objeto de denunciar las supercherías de algunos falsos médiums que aseguraban que podían establecer contacto con el espíritu de su difunta madre.

Del circo, pasó a trabajar en teatros y también llevó su espectáculo al aire libre, desde donde ya se le conoció definitivamente en el mundo de la profesión como Harry Houdini.
Fue un continuo innovador y un habilidoso promotor de sus propias representaciones. Durante treinta años llevó a cabo sus increíbles actuaciones de escapismo desafiando todos los métodos de inmovilización y encerramiento lo que hizo que su nombre se convirtiera en toda una leyenda.
Su popularidad le llevó a viajar y actuar en toda Europa, donde se vio en la necesidad de registrar sus números para evitar que sus colegas los copiaran.
Una de las prácticas habituales que utilizaba Houdini al llegar a una ciudad era acudir, rodeado de periodistas, a una comisaría o a una cárcel de alta seguridad, retando a los responsables de las instituciones a que lo encerraran en una celda atado y esposado utilizando materiales fabricados por ellos.

Una vez que el mago, desafiando a Scotland Yard, conseguía huir de sus ataduras y salir triunfante de su proeza, ésta era divulgada a los cuatro vientos por los medios de comunicación, lo que contribuía a acrecentar su fama.
Algunos fabricantes de cierres y cajas de seguridad, para publicitarse, retaban a Houdini a encerrarse en sus receptáculos.
En sus inverosímiles espectáculos salía airoso e ileso de camisas de fuerza, jaulas, piscinas y lugares herméticamente cerrados donde, una vez atado y esposado, había sido rematado con cadenas y grilletes.

A pesar de que sus trucos jamás fueron revelados, algunos estudiosos del fenómeno Houdini creen que éste ocultaba ganzúas, llavecitas u otros pequeños artilugios en los orificios de su cuerpo, por ejemplo en el ano o entre los dedos de los pies. Incluso hay quien cree que se tragaba esas diminutas herramientas y luego las vomitaba durante el proceso de su actuación. Al parecer la habilidad en el manejo de ese pequeño utillaje lo adquirió de jovencito cuando trabajó en un taller de cerrajería.
Algunos de sus números los representaba a la vista del público, como por ejemplo cuando se liberaba de la camisa de fuerza. Para preservar sus secretos, otros los efectuaba detrás de una velada cortina donde no podía entrar nadie, ni tan siquiera sus ayudantes.

Obviamente Houdini dedicaba muchas horas al entrenamiento diario, sobre todo en lo que respecta a la inmersión, durante la cual se asegura que llegó a mantener la respiración sumergido entre bloques de hielo durante tres minutos.


A Houdini se le atribuyen muchos números de escape, destacando entre otros “La Metamorfosis” donde su partenaire, después de ser esposada y atada, era introducida en un saco y éste dentro de un baúl, que a su vez era cerrado con cadenas y candados. Entonces Harry se subía encima del baúl, levantaba una cortina y a los tres segundos se bajaba la cortina mostrando a Bess totalmente liberada y apareciendo él en el interior del baúl, esposado y atado dentro del saco. Se había producido la metamorfosis.

En 1908 presentó el denominado “Bidón de leche” donde Harry se introducía dentro de un bidón repleto de agua, donde se cerraba la tapa con candados. Se subía la cortina y cuando de nuevo se bajaba, el mago aparecía liberado y el bidón continuaba cerrado.

Otro de sus desafíos fue “La cámara de tortura china”, donde con los tobillos atrapados por cepos y colgado boca abajo por los pies, era sumergido en un grandioso acuario con mil litros de agua cerrado con candados.

También realizó a menudo el número de la camisa de fuerza, que consistía en permanecer en el aire maniatado, a muchos metros de altura, para deshacerse de la misma en pocos minutos. Una de estas espectaculares actuaciones la realizó en Times Square de Nueva York.
En el corazón de Broadway instaló un espectáculo cuyo número estrella consistía en hacer desaparecer del escenario un enorme elefante.

Harry quiso ser un icono de la aviación, para lo cual en 1910 fue el primero en sobrevolar Australia en un biplano. Rodó varias películas como protagonista, que no llegaron al gran público al considerarse que eran más reales sus actuaciones en directo. También escribió algunos libros describiendo su experiencia personal en el mundo de la magia.

Corría el 22 de octubre de 1926, cuando después de una de sus actuaciones en Montreal y estando reposando Houdini en su camerino del teatro Princess, unos estudiantes australianos le propusieron propinarle unos puñetazos en su abdomen para demostrar si su fortaleza era tan asombrosa como se comentaba.
Houdini aceptó el envite sin protestar, desconociendo que el estudiante elegido para golpearle era un destacado boxeador de la universidad, que le propinó una serie de puñetazos a los que Houdini se mostró impasible.

No obstante, estos porrazos le produjeron una rotura del apéndice, de por sí ya muy castigado por los continuos golpes recibidos durante su larga carrera, una apendicitis que a los pocos días se convirtió en peritonitis.
Pese a soportar grandes dolores, Houdini quiso continuar con su trabajo, pero en una de sus actuaciones sufrió un par de desvanecimientos que obligaron a hospitalizarle.
Después de algunos días de debatirse contra su sufrimiento el mago confesó: “Estoy cansado de luchar y creo que esta cosa me va a vencer”.
En la madrugada del día 31 de octubre de 1926, día de Halloween, a los 52 años fallecía Erik Weisz o Harry Houdini en el hospital Grace de Detroit, Michigan.

Según el informe médico la muerte fue motivada por una peritonitis, aunque aparentemente su apéndice ya estaba inflamado antes de recibir los golpes.
Aunque nunca se pudo demostrar, también se barajó la teoría de que hubiera podido ser envenenado en el hospital por orden de algún alto personaje perteneciente al mundo del espiritismo, práctica que siempre persiguió y delató Houdini, ya que según sus allegados el mago había mostrado síntomas de mejoría antes de fallecer.
Más de dos mil personas acompañaron hasta el cementerio los restos mortales de Harry, tanta multitud como en alguna de sus actuaciones callejeras al aire libre, pero una incógnita flotaba en el ambiente, ¿no será este otro de sus increíbles trucos?

Houdini fue enterrado en el cementerio judío de Machpelah en el barrio de Queens, Nueva York. El mausoleo fue diseñado y cuidadosamente calculado por él mismo y su busto es el único que destaca entre el resto de lápidas judías.

Harry había elaborado a lo largo de su vida una clave secreta de diez palabras, que únicamente conocía su esposa. De esta forma si, después de muerto, Bess conseguía comunicarse con él sabría que era su marido porque le repetiría las diez palabras.
Ella celebró varias sesiones de espiritismo con diversos médiums, hasta que en la noche de Halloween de 1936, a los diez años de la desaparición de su esposo y después de esperar más de una hora, ante la atenta curiosidad de los medios de comunicación, dio por terminadas para siempre las reuniones declarando: “Mi última esperanza se ha desvanecido, pues habiendo transcurrido una década desde su muerte, no creo que Harry pueda volver a mí o a nadie. Todo está terminado. . . ¡Buenas noches, amor mío!”, y apagó la vela que simbólicamente alumbraba la foto de Houdini.


Bess falleció de un ataque al corazón el 11 de febrero de 1943, en el interior de un tren que la conducía desde Los Ángeles a Nueva York. Tenía 67 años. Por su religión católica su familia se negó a que fuera enterrada junto a su esposo, en el cementerio judío de Machpelah en Queens. Finalmente fue sepultada en el de Gate of Heaven (Puerta del Cielo) de Hawthorne, Nueva York.

Sobre la vida de Harry Houdini se han escrito algunos libros y filmado varias películas. De entre ellas destaca “El gran Houdini” de 1953, dirigida por George Marshall e interpretada por Tony Curtis y Janet Leigh.
