Mes: May 2021

EL MOLINO

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EL MOLINO

 

El teatro con más historia del Paral-lel barcelonés . . .

 

Hay que remontarse  a finales del siglo XIX para situarse en  los orígenes del actual teatro El Molino.

 

La legendaria sala de espectáculos ha sobrevivido a todas las vicisitudes y cambios de los tiempos, convirtiéndose en uno de los teatros  más antiguos y emblemáticos del Paral-lel de Barcelona.

 

Fue  considerado, a finales de 1898, como el Broadway de Barcelona  o el Montmartre catalán por la gran cantidad de teatros de variedades, music-halls y cafés concierto que se ubicaban en su avenida.

 

Sus inicios tuvieron lugar en una modesta tasca  denominada La Pajarera de la calle Vilá Vilà, número 99, esquina Rosal, del popular barrio del Poble Sec.

 

Barrio del Poble Sec a finales del siglo XIX.

Su dueño, harto de que su local solamente se viera frecuentado por marineros y obreros borrachos y escandalosos, decidió vender el negocio por 100 pesetas.

 

El nuevo propietario, un andaluz llegado a Barcelona ávido de fortuna, le cambió el nombre por el de La Pajarera Catalana, instalando un ocasional “tablao” en el que actuaba un cuadro flamenco formado por un grupo de jóvenes andaluzas, jornaleras y ex criadas, deseosas de triunfar en el mundo del espectáculo.

 

Poco después llegó un travesti que se dedicaba a contar chistes entre baile y baile. Ninguno cobraba salario y tenían que confeccionarse sus propios vestuarios. Únicamente percibían la comida y el alojamiento en unas literas acondicionadas en la parte posterior del escenario. 

 

A los tres años cambió el estilo ofreciendo, a partir de entonces, programas musicales, zarzuelas cortas y la actuación de algún rapsoda o ventrílocuo como el polifacético Caballero Felip, artista muy popular de los cafés-teatro.

 

 Además se dotó a la sala de un restaurante y un servicio  gratuito de coches, a partir de las diez de la noche, para el traslado de los clientes desde el Plá de la Boquería, en las Ramblas barcelonesas, hasta el local y viceversa, circulando por toda la calle Conde del Asalto.

 

A pesar de todo ello y de que se contrataron algunas prostitutas para animar al personal y reforzar la oferta de ocio, el negocio no consiguió ser rentable, por lo que en 1905 La Pajarera Catalana volvió a cambiar de propietario para convertirse en el Gran Salón del Siglo XX, uno de los primeros cines de la ciudad que alternaba películas y variedades.

 

Tres años después, en 1908, se produjo un nuevo cambio de dueño y el local pasó a denominarse Petit Palais, en referencia a un edificio de la capital del Sena.

 

Petit Palais de Paris, año 1900.

Eran los años en que la emblemática avenida barcelonesa aglutinaba el mayor número de atracciones europeas, al estilo del Broadway neoyorkino o del Montmartre parisino.

 

El nuevo negocio se diseñó para traer los espectáculos nocturnos más exitosos de los cabarets de París, versionándolos  “a la española”.

 

La construcción original en madera se derrocó en 1910 y se llevó a cabo una importante remodelación a cargo del modernista arquitecto barcelonés Manel Joaquim Raspall i Mayol.

 

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Manel Joaquim Raspall i Mayol.

A partir de ese momento el teatro pasó a llamarse Petit Moulin Rouge, emulando  al famoso Moulin Rouge del parisino barrio de Pigalle.

 

Le Moulin Rouge parisino a principios de 1900.

 

En 1910 se inauguró en Barcelona el Petit Moulin Rouge.

 

Una imagen del espectáculo del nuevo Petit Moulin Rouge.

 

El Petit Moulin Rouge se convirtió en testigo de excepción de todos los conflictos políticos de la época, desde la Semana Trágica de Barcelona, con sus disturbios, huelgas, barricadas e incendios, hasta la Guerra Civil.

 

Semana Trágica de Barcelona.

Siendo su propietario el agente artístico Antoni Alstell, en 1916 se le acortó el nombre pasando a llamarse Moulin Rouge.

 

En 1926 el escenario por donde habían desfilado desde artistas que se habían saltado la censura, el sano erotismo y la política hasta las más bellas vedettes del momento, se convirtió durante un breve espacio de tiempo en la sede del partido Unión Patriótica Española, fundado por Miguel Primo de Rivera y Orbaneja.

 

El general Miguel Primo de Rivera y Orbaneja.

Con motivo de la Exposición Internacional de 1929, se remodeló la fachada del Moulin Rouge. Los trabajos corrieron a cargo del arquitecto Josep Alemany i Juvé y como elemento decorativo se le añadió en la fachada un molino y unas aspas rojas giratorias imitando a su homónimo parisino.

 

Carro eléctrico para pasear a los visitantes de la Exposición de 1929.

 

El Moulin Rouge barcelonés en 1929.

 

El sindicato de la CNT gestionó el local durante la Guerra Civil Española igualando el salario de todos los trabajadores, independientemente de su profesión. Lo mismo cobraban los camareros, las bailarinas o las vedettes.

 

En el año 1939, el gobierno franquista obligó a castellanizar el nombre de la sala y para evitar todo lo que la dictadura asociaba con sus enemigos comunistas le quitó también el calificativo rojo, conociéndose desde entonces como El Molino.

 

En aquellos tiempos de prohibición franquista y censura era necesario usar la imaginación para evitar las sanciones económicas. De este modo, cuando la policía acudía para comprobar si los espectáculos eran decentes, el portero encendía una luz roja para prevenir a los artistas.

 

En el transcurso de los años 1940 y 1950 destacaron  en su escenario Lola Montiel, «Condesita Zoe», «Granito de Sal», «La Bella Dorita» y Maty Mont.

 

«Granito de Sal».

 

María Yáñez García, «La Bella Dorita».

 

Matilde Montcusí Peyrí, «Maty Mont».

 

Por aquel tiempo habían adquirido el local el matrimonio formado por Francisco Serrano Arambul y Vicenta Fernández, ex “Fernandito”, antigua bailarina y dueños de la histórica sala Bataclán, nombre también copiado del teatro parisino.

 

Francisco Serrano y Vicenta Fernández .

 

Teatro Bataclán de Barcelona.

 

Los nuevos propietarios consiguieron atraer a un público más selectivo y adinerado que podía permitirse el lujo de alternar y brindar con champán, además de fomentar el mercado clandestino de penicilina en las butacas de las zonas más discretas.

 

En los años sesenta, con el teatro embargado y  en bancarrota económica, se hizo cargo del mismo Vicenta Fernández, viuda de Francisco Serrano fallecido poco tiempo atrás.

 

La nueva empresaria ajustó  inteligentemente la economía del local durante bastante tiempo.

 

Desde 1960 hasta finales de 1980 actuaron en El Molino entre otros: «Escamillo», «Mirco», «Johnson», «Pipper», la supervedette francesa Ivette René, Gardenia Pulido, Pastora Reyes, Susana Egea y «Mary Mistral».

 

Josep Pons Ortíz, «Escamillo».

 

El transformista «Mirco».

 

Francisco Barnaba, «Johnson».

 

Conrado Tortosa, «Pipper».

 

Yvette René.

 

Gardenia Pulido.

 

Pastora Reyes.

 

Susana Egea.

 

María Teresa Ramírez, «Mary Mistral».

 

Cuando con la muerte del dictador Franco se produjo el fin de la dictadura en los años 1976/1977, los teatros, con la instauración de la democracia, la apertura de nuevas ideas y libertad sexual, abrieron sus puertas a nuevas ideas.

 

El Molino a mediados de 1970.

 

Los locales basados en este tipo de espectáculos, que no supieron ver o adaptarse a la realidad, fueron quedando desfasados y cerrando paulatinamente, entre ellos El Molino cuya oferta dejó de resultar única.

 

A pesar de ello en 1976, El Molino obtuvo el premio “Sebastiá Gasch” instituído por el Foment de les Arts Decoratives en su primera edición.

 

En la década de 1980 hasta su clausura en 1997 actuaron entre otros artistas, Merche Mar, Amparo Moreno, Lita Claver “La Maña” y la portuguesa, de ascendencia catalana, «Mísia», que mostraba sus jóvenes encantos en el inicio de su carrera.

 

Merche Mar.

 

Amparo Moreno.

 

Lita Claver, «La Maña».

 

Susana María Alfonso de Aguiar, «Mísia».

 

El entrañable y popular cabaret ha servido de escenario de varias películas, tales como “El último cuplé”, de 1957, “Las alegres chicas de El Molino”, de 1977, o  “El extranger-oh! de la calle de la Cruz del Sur”, de 1987. 

 

Programa de mano.

 

Programa de mano.

 

Programa de mano.

                                                        

El 14 de noviembre de 1997, sin saber si algún día se volvería a abrir, la vedette Merche Mar actuó en el espectáculo “Pluma y peineta”, el último antes del cierre de El Molino.

 

En 1997 El Molino cerró sus puertas.

 

Gracias a la inversión de un grupo de empresas, El Molino, con sus inconfundibles aspas y luces de neón que se iluminan por la noche ofreciendo un bello espectáculo visual,  totalmente renovado y ampliado, con música electrónica y modernas tecnologías, nuevamente abrió sus puertas el 18 de octubre de 2010 con el espectáculo “Made in Paral-lel”, que recordaba  la historia del local y de los diferentes artistas que pasaron por su escenario.

 

En 2006 antes de las reformas de su reapertura en 2010.

 

El Molino totalmente renovado en octubre de 2010.

 

El maestro de ceremonias fue Victor Masán y la anfitriona y presentadora como estrella principal fue Merche Mar. Actuaron, entre otros artistas, Úrsula Martínez, Belinda Blind, «La Terremoto de Alcorcón», «The Chanclettes» y Amador Rojas. 

 

Victor Masán.

 

Merche Mar.

 

Úrsula Martínez.

 

Pepa Charro, «La Terremoto de Alcorcón».

 

The Chanclettes.

 

Amador Rojas.

 

Entre el público asistente se hallaban infinidad de vecinos del barrio del Poble Sec, así como personalidades políticas de la época, entre los que se encontraban el ex alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, y los antiguos presidentes de la Generalitat de Catalunya, Pascual Maragall y José Montilla. 

 

Jordi Hereu.

 

Pascual Maragall.

 

José Montilla.

 

El Molino, con su incalculable valor histórico y sentimental, representa para el Paral-lel  y para los barceloneses mucho más que un cabaret o un teatro de variedades donde se puede cenar o tomar una copa durante el espectáculo, pues no en vano, con su arte transgresor y su gran capacidad de crear lenguajes propios e ingeniosos de doble sentido, desafió y se enfrentó a la rígida censura de la dictadura franquista.

 

El Molino es sin duda el teatro-icono de la avenida del Paral-lel . . .